jueves, 17 de junio de 2010

Cap. II: “Tengo una proposición que hacerte…”

Ella cayó. ¿Quién tiene miedo? Por favor, que lo reconozca de una vez, es lo que ambas queremos: estar con él…
A ver encendamos el portátil. Date prisa y conéctate. ¿A qué esperas? Busquemos entre los conectados. ¿No está? Pues visitemos su perfil para averiguar si se ha conectado. Pues resulta que no ha estado…
¡El móvil! ¿Dónde está el móvil? Coño, no lo encuentro. A ver el… ¡ah! Je, je. Está en mi bolsillo (tonta). Mira la agenda y busca su número; mientras tanto, llénate otra copa, pero no dejes que el sueño te venza. ¡Ahí está! Ahora llámalo y espera, además, vete preparando tu mejor tono dulce y amable: que no note con qué intenciones lo llamas… Segunda llamada, tampoco lo coge. ¡Cabrón! ¡Un mensaje! Eso es, y también un correo. Miro de nuevo en el chat y ¡oh, pero qué suerte se acaba de conectar! Es nuestra oportunidad:

Sally: ¡Hola! ¿Qué tal estás?
Darío: Bien.
Sally: ¡Me alegro! Yo también estoy bien. ¿Quieres ir a dar una vuelta?
Darío: ¿Una vuelta conmigo? ¿A dónde?
Sally: Da igual, a donde tú quieras. Venga vente conmigo…
Darío: ¿Y por qué ese empeño?
Sally: ¿Qué por qué ese empeño? Pues porque tengo una proposición indecente que hacerte…
Darío: ¡Házmela por aquí!
Sally: No, por aquí no. Mejor en persona.
Darío: Está bien, pues en la puerta del parque de siempre, a las cinco. ¿Te parece bien?
Sally: No, me parece genial. Nos vemos ahí entonces. ¡Hasta las cinco!
Darío: ¡Nos vemos!

Me senté en la cama justo en frente de mi ropero (que estaba abierto de par en par), observando la ropa. No sé que llevar. Tiene que salir de lo cotidiano, pero no ser muy atrevido… El color también es un factor importante y, dado que es verano, apuesto por colores claros. Cojo una blusa mona, blanca, amarrada al cuello y bombacha; y unos jeans ajustados. Ahora los zapatos y los complementos, no tardo en escogerlos: cogí lo primero que vi.
Ya estoy vestida. Salgo corriendo a la parada. ¡Me acabo de acordar de que él también irá en el mismo salcai! ¡Qué tontos! Subo y pago, mientras localizo su posición. Está donde siempre: en la parte de atrás. Aún estoy un poco bajo efectos del alcohol y casi me caigo intentando llegar a su lado, al menos quedé por torpe y no por borracha… Lo saludo y me pregunta sobre mi proposición indecente, y le digo que mejor se la digo cuando regresemos, un rato antes de llegar a mi parada.
Me río constantemente. Es una risa floja, patética, estúpida… Creo que se ha dado cuenta de que, o bien me tomé algún estupefaciente, o bien estoy algo bebida; pues la última vez que me miró, puso una distancia significativa y me miró con una cara un pelín rara, esa que se pone cuando comienzas a sacar conclusiones precipitadas…
Paseamos, hablamos, nos reímos, sacamos miles de temas de conversación, que por cierto ¿dónde habrán estado metidos otras veces? Salieron todos de golpe, uno tras otro… es algo inexplicable, la verdad.
Cuando se estaba haciendo tarde, fuimos a la parada para no perder la última guagua que pasa. Subimos, nos pusimos en el mismo sitio de antes y continuamos hablando extensamente. Ya faltaba poco para llegar a mi parada: era el momento. Como decidió (con lógica, pues yo me bajaba primero) ponerse en el lado de la ventana, no tenía escapatoria… Me acerqué de forma insinuante hacia él, mientras él me miraba de reojo muerto de risa y luego acerqué mis labios a su oreja hasta rozarla. Noté como un escalofrío recorría su cuerpo cuando, después de haberme parado a oler su pelo, exhalé despacio en su oreja. En ese momento, le dije con voz ronroneante:

- Es hora de que sepas cual es la “famosa” proposición indecente que tengo que hacerte, bueno la pregunta que te voy a hacer es que si te gustaría que fuésemos amigos especiales.
- ¿El qué? –preguntó un pelín asustado, mientras se alejaba despacio hasta el cristal.
- Amigos especiales –le dije sonriendo pícaramente y, a la vista de su cara de perdido, le aclaré–: ya sabes Darío, amigos de los que tienen relaciones íntimas…
- Eh… Sally, creo que…
- Shhh –le dije mientras yo me ponía, cada vez más, sobre él; y él se escurría por debajo–. Piénsatelo, aún es un poco precipitado para que me respondas.
Toqué el timbre a escasos metros de la parada. El conductor dio un frenazo brusco, redujo marchas y se detuvo a la derecha. Me puse de pie, avancé hasta la puerta y cuando me disponía a bajar los escalones, le recalqué:
- Piénsatelo bien. No te harán este tipo de proposiciones todos los días…

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6 comentarios:

  1. Jajajaj. Amigos con relaciones íntimas... eso terminará muy mal o dejando de tener ambos una amistad.

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  2. Ummm... no sé, no sé... ya se verá

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  3. Eres canaria ¿verdad?
    Me encanta como escribes :)

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  4. Buah, me encanta. Aunque a ella la veo un poco trastornada, no sé si por las alteraciones de hormonas que parece tener o por otra cosa, jajaja, veremos a ver como sigue.

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  5. Sí, la chica está un poco trastornada con las hormonas xD Te fijas en los pequeños detalles =)

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