domingo, 1 de agosto de 2010

Cap. XV (b): “¿Algo nuevo en mí?”

Ya ha pasado un mes desde lo ocurrido. Todo parece ir mejor ahora, aunque sería mejor sin Kill en la cárcel y Darío, simplemente, lejos de nosotras, no muerto…
Amy me ha invitado a ir a un apartamento y, luego, a la playa a festejar la llegada de nuestras tan ansiadas vacaciones de verano. Supuestamente, debería haberme venido la menstruación hace una semana, pero no ha sido así: me estoy empezando a preocupar… Aquella horrible vez, Darío no usó protección; por lo que debería haberme preocupado antes…
Fuimos, nos bañemos, juguemos, nos divertimos, comimos y… me entraron unas horribles náuseas: vomité todo el arroz… Amy se despidió de sus amigos y me despidió a mí también: se estaba imaginando algo que no le terminaba de gustar.
Estuve mareada todo el trayecto y, cuando por fin lleguemos al apartamento, Amy me obligó a sentarme en el sofá y comenzó a decirme con suavidad:
- Sally, tengo que hacerte una pregunta que tal vez no te agrade y que puede hacerte daño psicológico, pero es necesario saberlo… ¿Darío y tú usaban preservativo?
- Sí, siempre… excepto la vez que me violó…
- ¿Sabes que teniendo en cuenta cómo estás, podrías estar embarazada?
- Sí… es posible… Sobre todo si tenemos en cuenta que aún no me ha venido la menstruación…
- ¡¿Qué?! ¿Por qué no me lo habías dicho? –me encogí de hombros–. Voy ahora mismo a la farmacia a comprar un test de embarazo.
- No creo que…
- Shh –me interrumpió–. Más vale que lo averigüemos ya y que confirmemos o neguemos las dichosas sospechas.

Se fue a la farmacia y yo me quedé pensando en qué sería de mí si estuviese embarazada. Madre soltera con solo diecisiete años, bueno para ese entonces con dieciocho, de un niño o niña fruto de una violación por parte del hombre que, aún después de muerte, amaba. ¿Qué haría? Tendría que dejar los estudios y ponerme a trabajar para sacar ese bebé a delante a ese bebé; eso, o bien, abortar. ¿Sería capaz de matar a una vida inocente por un error del destino? En mala hora me dejé levar por aquel estúpido pensamiento de arrebato que me hizo buscar a Darío y hacerle esa errónea proposición… ¡Por Dios! Qué fue de mí…
Después de diez minutos, llegó Amy con el test:
- A ver, toma. Sigue las instrucciones y hazlo. No dudes, no pienses y no te vayas a cerrar con llave en el baño, ¿vale?
- Sí.

Entré en el baño, hice lo que decían las instrucciones, esperé el tiempo que decía miré el test y había salido…

¿Estará Sally embarazada? Si lo está, ¿tendrá el bebé o abortará? ¿Qué le diría o recomendaría Amy al respecto?
¿Qué pasará con Kill? ¿Lo sacarán sus padres de la cárcel, le concederán la condicional o continuará en la cárcel? Si sale, ¿tendrán él y Sally una relación amorosa después de lo ocurrido?
¿Y Amy? ¿Rehará su vida junto a otra persona? ¿Continuará siendo amiga de Sally? ¿Conoceremos más a fondo su forma de ser o desaparecerá de la vida de nuestra protagonista?
Si quieres saber qué pasará con nuestros queridos personajes, no te pierdas la segunda parte de “Qué fue de mí…”: “Viviendo el presente”

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Cap. XV (a): “Por fin feliz y en paz”

Llegué a mi casa. Mis padres habían ido a trabajar, así que no había nadie. Les llamé y les dije que no se preocuparan: todo iba bien, dentro de lo que cabía… Luego fui a mi cuarto, tomé papel y bolígrafo y escribí esto, mi historia, que ahora muchos están leyendo, tú mismo/a eres uno/a de ellos. Le dejé esto a una amiga para que la difundiera, espero que así haya sido. También dejé tres cartas de despedida: una para Kill, otra para Amy, y otra para todas las personas que conozco y a los que no también. La de Amy decía:


“Querida Amy:
Cuando recibas esta carta, yo ya no estaré aquí. Siento que no hayamos empezado con buen pie, posiblemente, si Darío estuviese vivo, estaría haciendo un gran esfuerzo para que fuésemos amigas, pero desgraciadamente, no es así… Aún amo a Darío, pese a todo lo ocurrido, y no puedo vivir sabiendo que él está muerto… Por eso, tomé la estúpida (pues sé que lo es) idea de ahorcarme. Te lo pido como si fuera un favor: no hagas lo mismo que yo, no te mates, el mundo no se acaba por un hombre, ¡¿qué digo hombre?! Por un estúpido, engreído y maltratador. Hay muchos chicos, mejores, que te harán feliz y nunca te pondrán la mano encima, lo sé: tengo la certeza, pero yo me siento incapaz para superar lo de Darío.
Tú hermano me ama, me lo ha dicho y me imagino que será un duro golpe mi pérdida para él. Ayúdale a salir adelante y no dejes que se derrumbe por mi muerte. Es un chico fuerte y tú también: saldréis adelante.
No me gustan las despedidas y he decidido morir sola y en silencio. Aún así, te digo adiós, pero ten presente que una parte de mí se quedará contigo a cuidarte… Te he dejado algo especial bajo el colchón de mi cama del piso, también está un collar que me gustaría que le dieras a Kill…
Gracias por todo Amy. Sé fuerte, sal a delante por las dos y ayuda a Kill en su camino, le costará mucho al salir de la cárcel.

Atte: Sally”

La de Kill decía:

“Kill:
Esta carta es para ti, Kill. ¡Mi Kill! Cuánto te he querido… Fuiste ese amigo que siempre estuvo ahí cuando lo necesité: paño de lágrimas, pilar de apoyo, compañero de copas, alegría en mi camino, etc. Fuiste eso y más, y lo seguirás siendo.
Sé que siempre tendrás guardado un lugar para mí en tu corazón, y ahí estaré cuando más lo necesites. Estaré siempre a tu lado, para lo bueno y para lo malo, pero no estaré presente físicamente… ¿Te acuerdas de que te dije que desaparecería? Ya lo he hecho, por eso tienes esta carta en este momento entre tus manos… He decidido irme muy lejos de aquí, a un lugar del que nunca se vuelve… Necesito que seas fuerte, muy fuerte, que salgas adelante y ayudes a Amy a salir también: te necesita, lo sé.
Por lo que has leído y te he adelantado, te habrás dado cuenta de que esta es una carta de despedida… No volveré. No porque no quiera, sino porque no podré regresar… Mientras lees esto, mi cuerpo yace sin vida… Ahorcada, morí ahorcada, con la soga al cuello… Me maté, no puedo ni imaginar mi vida sin Darío…
Lo siento, cuánto lo siento. No merezco perdón, lo sé, por eso tampoco lo pido, aunque sé, que lo pida o no, tú me terminarás perdonando… Sé que no debí hacerlo, una vez más: lo siento. Tú, en cambio, recibes mi perdón: solo hiciste lo que creíste correcto, al igual que yo ahora.
También te quería mucho, posiblemente me hubiese enamorado de ti en cuestión de semanas si Darío no me hubiese violado aquella horrible mañana… Algo en mí cambió y ya no soy la misma… Mi vida es una auténtica mierda, todos los días lo mismo: me levanto con un fuerte sentimiento de autodestrucción… Una vocecilla en mi interior me dice que no tengo por qué seguir sufriendo, que no lo merezco, que además no le importo a casi nadie, que mi vida sin Darío no sería posible, que tirarme de un puente sería lo más acertado… Le hice caso, pero al final decidí que era mejor ahorcarme: es más eficaz. Tirarme de un puente a la carretera tiene muchas posibilidades, pero siempre está la posibilidad de sobrevivir y quedar tetrapléjica o parapléjica y no poder luego acabar con mi vida, ir años a un psiquiátrico y que me traten como a una loca, cuando lo que yo soy es una chica a la que le arruinaron la vida y, simplemente, no quiere continuar viviendo y no quería ser una carga para nadie…
Quiero que sepas que ahora estoy mejor: no sufro, no lloro, no bebo… Encontrarás a alguien Kill, lo sé; mientras tanto confórmate con saber que mi alma siempre seguirá a tu lado y con un regalo que te quiero dejar: mi mitad del corazón, simboliza lo mucho que te quise, quiero y querré, y además reafirma mis lo que somos: amigos para siempre, para toda la vida, en la cercanía y en la lejanía, ahora y siempre…
Adiós Kill, te quiero mucho, muchísimo. Eres una de las mejores cosas que me han pasado.

Siempre contigo,
Sally”
La última carta decía:

“Queridos papá y mamá, familia en general, amigos y amigas, conocidas y conocidas en general, compañeros y compañeras de clase, Kill y Amy, gente de todo el mundo:
A estas alturas ya me habrán encontrado muerta. Abandono este mundo cruel y de sufrimientos que no se ha comportado bien conmigo, tal vez al revés: yo con él, mas no sé…
Como ya saben fui violada, ultrajada, maltratada, despreciada, desvalorizada, etc.; por un hombre: Darío Hdez., de diecinueve años. Los informativos lo pusieron en un trono: solo el primer día se dijo que había sido denunciado anteriormente por maltratar y violar a dos chicas cuyos nombres no se dieron porque somos menores de edad, pero merecen saber quiénes somos. Una soy yo, Sally Martínez Diepa; la otra chica es la hermana de Killiam, el que mató a Darío por las provocaciones a las que estuvo sometido por este (cosa que tampoco se quiso decir en los informativos): Amapola Torres de la Rosa, más conocida como Amy. Darío fue novio de ambas y nos trató muy mal, y de no estar muerto, seguramente seguiría haciéndolo. Lo único que hizo Kill fue hacer que pagara por lo que hizo, pues los adinerados padres de Darío pagaron para que le dejaran la libertad condicional aunque fuera con cargos. Limpiaron tanto su nombre como sus apellidos sobornando a muchos personas, puede que incluso también a los medios de comunicación, no me extrañaría… No son malas personas, al contrario, pero como buenos padres preocupados por su hijito menor actuaron para ayudarle, y eso es algo que comprendo, pero considero que todos merecen saber la verdad, y sé que Amy os la terminará de dar dando a conocer su parte vivida de los hechos.
No tengo nada de valor que dejar, así que tampoco tengo testamento: solo tengo cosas materiales que no llenarán el hueco que dejo para algunos. También tengo sufrimiento, dolor y falta enorme de valor, además de un cuerpo inánime y un alma vagabunda…
En un momento de cordura entre miles de insania, les remito esta carta para que sepan por qué lo hice, qué siento y sentía, qué me pasó, qué fue de mí… Esta carta inane debe ser leída con atención. Tal vez sea ineluctable la producción de quejas, quejas de desaprobación y palabras y frases que niegan lo que escribo, mas ¿qué pierde un muerto diciendo esto?
Solo quiero decirles una gran verdad y es que fui víctima de una gran iniquidad y es que me violaron y me hicieron mucho daño físico y psicológico. Lo hizo alguien por el cual aún siento algo incontrovertible, un sentimiento que después de lo que me hizo es ininteligible por muchos: amor. Sí, amo a Darío y no soporto vivir sin él, saber que no está aquí, que está muerto. Es un amor inconmensurable: le hubiese perdonado miles de veces lo que me hizo y le seguiré queriendo…
Amo a mi violador y agresor, y abandono este mundo con la esperanza de encontrarlo en algún otro. Tal vez, haya vida después de esta y pueda reunirme con él; quizás, podamos reencarnarnos y le encuentre en esa otra vida; puede que después no haya absolutamente nada; no sé, prefiero no saberlo mientras escribo estas líneas.
No quiero que hayan lágrimas por mi pérdida, quiero que haya alegría: ahora estoy mejor. Os quiero a todos y os agradezco lo que habéis hecho por mí. No me olviden, ni me recuerden tampoco por mis errores, sino por todo lo contrario.
Atte:
Sally Martínez Diepa”

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Cap. XIV: “Cumplo lo que prometo…”

Estaba almorzando con mis padres frente al televisor. Veíamos las noticias tranquilamente, cuando la chica de los informativos dijo:
- ¡Noticia de última hora! Me informan de que ha habido un asesinato en la capital Gran Canaria. Han matado a un joven universitario que había sido denunciado recientemente por maltratar y violar a dos chicas. El chico de tan solo diecinueve años, se llamaba Darío Hernández de la Rosa y murió desangrado por un corte en el cuello. El principal sospechoso se cree que es su compañero de piso y también supuestamente amigo, Killiam Torres del Pino, al cual están trasladando ahora mismo a comisaría para que declare. Tenemos a una compañera en el lugar de los hechos: María, ¿tenemos alguna novedad?
- Estíbaliz, estamos frente al piso donde se cometió el crimen, y nos acaban de informar que fueron a buscar a otros dos sospechosos…

Sonó el timbre de mi casa. Mi padre fue a abrir la puerta:
- Buenos días… señores agentes. ¿Desean algo? –preguntó mi padre asustado e intentando guardar la compostura.
- Sí, ¿es esta la casa de Sally Martínez Diepa?
- Sí, es mi hija…
- Tiene que venir con nosotros a declarar a comisaría como sospechosa que es… – salí a la puerta al oír eso–. ¿Es usted Sally?
- Sí… –dije con voz temblorosa.
- Venga con nosotros a comisaría. Es usted una de las principales sospechosas del asesinato de Darío Hernández de la Rosa –sonó el teléfono–. ¿Sí? ¡Ah! Okey… Ya no hace falta que nos acompañe: uno de los sospechosos se acaba de declarar culpable.
- ¿Puedo saber quién?
- Su compañero de piso.
- ¡¿Qué?! ¿Puedo acompañarle? Necesito hablar con él, saber por qué lo hizo…
- No creo que le dejen pasar a hablar con él, pero puedes acompañarnos e intentarlo: por nosotros no hay problema por llevarle hasta allí…
- ¡Gracias! Espere un momento…

Corrí, cogí el móvil y me fui con ellos. Llegué y, después de muchas súplicas, me dejaron pasar a verle:
- Kill…
- ¡Sally! ¿Qué haces aquí?
- Necesito explicaciones…
- Primero, decirte lo que siento. Necesito que me perdones… Sé que no debí hacerlo, pero me llevé por el odio y un estúpido impulso de venganza… Tocó a dos de las cuatro personas más importantes para mí y les hizo daño. Le concedieron la libertad con cargos y una orden de alejamiento, nada más. Sus padres sobornaron a quienes tenían que sobornar… No dejaré que los míos hagan lo mismo, lo que hice estuvo mal y debo pagar por mis actos… Al fin y al cabo, solo hice lo que te dije, yo cumplo lo que prometo: pagó por lo que hizo, eso no volverá a ocurrir… Juré que lo mataba y lo hice… Me da igual estar pagando por lo que hice, lo que importa es que cumplí mi palabra y ya no volverá a hacerte daño… y Amy tampoco…
- Era tu mejor amigo… ¿Cómo pudiste hacerlo?
- Tú lo has dicho: era. ¿Cómo pude? Muy fácil: le di un golpe en la cabeza con un jarrón que lo dejó inconsciente. Cuando despertó, estaba atado a una silla, yo en frente de él. Le sermoneé e intenté hacerle entrar en razón, luego le pregunté por qué lo hizo… ¿Sabes por qué? –negué con la cabeza–. Dijo que dos putas como ustedes merecían eso y más. Fui a buscar un cuchillo y lo mirándole a los ojos, entonces me dijo “¿qué Kill? ¿Me vas a matar, eh? ¿Lo vas a hacer? Eres un gallina, un acojonado de mierda, un maricón…”. Continuó insultándome y buscándome las cosquillas, hasta que me levanté y le solté un cuchillazo en la cara mientras le decía que si hacía falta, sí. Prosiguió con la misma cantaleta, y en un momento en el que me dejé influir por sus comentarios, me levanté, busqué un cúter en los cajones del escritorio y le escribí, en una muñeca, tu nombre y, en la otra, el de Amy. Él continuó y yo le hice un corte en el cuello al girarme y estirar bruscamente los brazos gritándole que se callara de una puñetera vez. Intenté parar la hemorragia y, en lo que el perdía la consciencia, llamé a una ambulancia y a la policía. Le solté las cuerdas con las que le había amarrado, le acosté en el suelo, y seguí presionando la herida pero no dejaba de sangrar, creo que le corté la yugular… Fui a comisaría a declarar y había quedado limpio de culpa, pero cuando me dijeron que las culpables debían ser Amy y tú, pues tenía grabada en sus muñecas los nombres de ustedes; cambié mi versión de los hechos y conté la verdad: no iban a pagar ustedes por algo que hice yo… Me arrestaron al admitir que yo fui el autor de los hechos. Luego llegaste tú… Lo siento Sally, perdóname… por favor…
Salí de allí sin decir nada. Llorando. En la entrada me estaban esperando… Era Amy, quería que empezáramos de nuevo…

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