martes, 29 de junio de 2010

Cap. V: “¿Tienes protección?”

arío me llamó: quería verme. Me dijo que estuviese en su casa en una hora, y ahí estaba yo, a punto de tocar el timbre. Parecía que estuviera en la puerta, pues no había puesto ni la mano en el telefonillo, cuando abrió la puerta acompañado de un “pasa, pasa”. Fuimos a su cuarto (aunque eso ya me lo imaginaba), pero solo fue para coger su móvil y las llaves. Salimos fuera y comenzó a mostrar su cara de tristeza, cara la cual me preocupaba:
- Darío, ¿estás bien? –le pregunté mientras buscaba su mirada e intentaba que sus ojos encontrasen los míos.
- Mejor, gracias por preguntar, ¿y tú? ¬dijo clavando sus ojos, de un azul bellísimo, en los míos.
- Ehh… ¡Je, je! Bien, sobre todo después de haber visto tus preciosos ojos encontrar los míos –se rió cuando se lo dije, además añadí–: y tienes una sonrisa muy linda. Debería estar prohibida pues es muy contagiosa, peor que un virus… Mira, ¿ves? ¡Ya se me contagió!
- ¡Ja, ja! Gracias por hacerme reír, sabía que me iba a sentar bien verte. He estado fatal desde el otro día… Siento mucho lo sucedido con Amy, no era mi intención que ella apareciera, y mucho menos hacerte ir de mi casa así, sin más.
- Sabes que no pasa nada, te perdono, lo único es que nos pilló en mal momento y… aún no hemos terminado lo que empecemos: no me gusta dejar las cosas a medias –le dije con un tono insinuante.
- ¿Quieres terminarlo aquí y ahora? –dijo con sonrisa pícara.
- ¿Aquí? –dije mirando a ambos lados y verificando que me encontraba en un camino de tierra, en plena naturaleza, lleno de hierba y, por supuesto, también de bichos– Pero… es que… no sé… ¿seguro que quieres aquí?
- ¡Oh, sí! –dijo tan fresco.
- No sé…

Sin darme tiempo a continuar pensándomelo, me cogió por la cintura, me atrajo hacia él, pegando su cuerpo al mío, y me comenzó a besar. Entonces sentí algo raro y duro clavándose en mi zona abdominal… ¡Ups! Estaba cachondo, lo tenía erecto y ¡Dios! Me estaba poniendo a mil…
De un momento a otro me encontré encima de él, en el suelo, y en ese instante de lucidez, me abordó una idea que aportaba más seguridad a lo que estábamos haciendo y tuve que soltarla:
- Espera, espera –dije entre un beso y otro–, ¿tienes protección?
- ¡¿Eh?! –dijo él ralentizando el ritmo y frenando la lujuria.
- Que si tienes, por casualidad, algún condón –dije levantándome.
- Eh, claro. Alcánzame los pantalones: tengo uno en la cartera.

Se los di y comenzó a buscar por los bolsillos de los pantalones: móvil, llaves, chicles, mp4, auriculares, dinero suelto, etc.; pero de la cartera no había ni rastro…
- ¡Mierda! La dejé en mi casa… ¿Tú no tomas alguna de esas pastillas anticonceptivas, por un casual? –preguntó.
- Pues…no.
- ¡Joder! Pues, o seguimos y luego nos arrepentimos, o paramos en seco y nos quedamos con las ganas…
- ¡Nos quedamos con las ganas! La próxima vez será, ¿no? Dicen que a la tercera va la vencida…
- ¡Ja! Eso creen algunos…

Nos vestimos y fuimos de una vez a su casa. Vimos una película de terror y, como yo soy una miedica, me pasé media peli abrazada a él y gritando; él, en cambio, se la pasó muy bien viendo mi cara de miedo, es más, me atrevería a afirmar que no paró de reír en todo el rato…
A mediados de la película, una cosa llevó a la otra, y volvimos a la carga. ¿Será a la tercera la vencida?






Safe Creative #1006296697572

2 comentarios:

  1. Jajaja! A la tercera la vencida.. que bueno.Los capitulos se me hacen cortísimos, pero eso está bien, porque quiero seguir leyendo más, jeje.

    ResponderEliminar
  2. Jajaja, los hago cortos para las personas que tienen poco tiempo para leer y quieren seguir la historia, pues a veces si nos pasamos con la longitud, la gente no los lee.

    ResponderEliminar